viernes, 14 de junio de 2019

PERSONALIDADES DE NUESTRO BARRIO

CELEBRACIÓN

ANA DUFFEK

Cien resplandecientes años de vida.

Su memoria prodigiosa le permite rememorar hechos que tienen el valor de atesorar la historia viva del barrio.


Ana Duffek a sus 100 años
El pasado 17 de mayo Ana cumplió 100 años y lo celebró junto a sus hijos, nietos, bisnietos, familiares y amigos en una larga mesa convocada en el Restaurante Guadalupe (Av. Beiró y Argerich).
Días después tuvimos oportunidad de conversar con ella y conocer parte de la historia de vida de una mujer que lleva sus resplandecientes 100 años con la lucidez y el espíritu jovial de una veinteañera, a la vez que su prodigiosa memoria le permite rememorar hechos que tienen el valor de atesorar la historia viva del barrio, ya que reside en la misma casa desde muy pequeña, ubicada en Av. Beiró entre Argerich y Nazca.

P: ¿Dónde nació?
R: En el Hospital Pirovano. Los primeros años viví en Villa Barilari en la localidad de Sarandí (Provincia de Buenos Aires) pero ya en 1924, mi papá compró esta casa que originalmente tenía tan solo dos habitaciones. Después él le agregó una cocinita. Eran épocas de mucho sacrificio, mis padres alquilaban la habitación de adelante para tener un ingreso extra. La gente se arreglaba como podía.

Ana y su papá. De fondo la construcción del
Pabellón "Modelo" en el Instituto Roffo
P: ¿Su papá era argentino? ¿A qué se dedicaba?
R: No, él había nacido en Checoslovaquia. Llegó a Argentina en 1907 con 19 años en busca de un futuro mejor. Acá ya vivía un hermano, sabía que encontraría un porvenir.
Si bien su oficio era panadero, cuando llegó a nuestro país trabajó en la construcción y se especializó en el hormigón armado que por aquellos años comenzaba a tomar auge. Mi papá era un hombre decidido, con una enorme personalidad. Ingresó a una empresa importante y enseguida fue ascendiendo, llegó a tener mucho personal bajo su responsabilidad. 
Intervino en el entubamiento del arroyo Maldonado, la construcción del Hotel Claridge y numerosas edificaciones de diferente envergadura que lo llevaron a viajar por diferentes provincias, inclusive dos años nos tuvimos que trasladar a Santa Fe por el trabajo de él.

Ana volviendo del almacén - Argerich 3500
Año 1929 aproximadamente.
P: ¿Y su mamá?
R: Mi mamá era ama de casa, siempre estaba conmigo.

P: ¿Qué recuerda de su infancia?
R: Los primeros recuerdos que tengo de cuando nos mudamos acá son que la avenida era de tierra, se llamaba Tres Cruces (hoy Beiró) y era una zona oscura, con tan poca iluminación que mi mamá iba hasta la esquina de Av. San Martín y Beiró a esperar a mi papá con un farolito para que él se orientara donde bajar del tranvía.
Al poco tiempo que llegamos conocí a mi gran amiga. Se llamaba Tota y la casa de ella se comunicaba con la mía por los fondos. Nos veíamos a diario y mantuvimos ese vínculo toda la vida. Ella siempre estuvo presente en todos los acontecimientos familiares. Cuando se puso grande y ya no pudo vivir sola, su sobrina decidió llevársela a vivir con ella. A partir de entonces fui perdiendo contacto hasta que falleció. Fue una gran pérdida.

P: ¿Iban juntas al colegio?
R: No, Totita era un año más grande, iba a otro colegio.
Mi escolaridad la inicié en el Instituto Misericordia, luego hice un año en el Instituto Evangélico Americano y de allí me pasaron a la escuela Juan José Millán hasta que finalicé la primaria.
Años después algunos de mis hijos y de mis nietos fueron a la misma escuela, aunque en mis épocas el edificio era diferente: tenía un gran salón a la entrada y luego venían las aulas seguidas una detrás de otra, al final estaban los baños que por aquel entonces eran letrinas, en el fondo había un amplio jardín y en la parte superior vivía el portero.

P: ¿Cómo era el barrio cuando usted era chica?
R: Frente a mi casa estaba el predio del Hospital Roffo donde poco a poco se fueron sumando edificios. El Doctor Roffo tenía una caballeriza en la esquina de Beiró y Nazca y los sábados solía salir a cabalgar con su hijo.
En la cuadra donde vivo había una fábrica de corchos (hoy concesionaria Collins), en Av. San Martín y Beiró (donde estaba la estación de servicio Esso) había un corralón de materiales, en esa misma vereda estaba el surtidor de combustible y enfrente el kiosco de diarios. Actualmente el puesto lo trasladaron sobre Beiró.
Cruzando las vías del ferrocarril Urquiza y hasta Avenida De los Constituyentes eran todos campos que cultivaban frutillas. Había quintas de verduras; nosotros íbamos a comprar a una que estaba en Beiró y Terrada y otra en la esquina de Helguera y Solano López. Esa fisonomía del barrio se mantuvo hasta fines de los años ´40 que empezó a edificarse más.
En las fechas patrias pasaban los soldados que iban caminando desde Campo de Mayo hasta Av. Del Libertador para desfilar. Tanto a la ida como a la vuelta se detenían justo frente a mi casa, armaban una tienda de campaña y preparaban colaciones para tomar mientras hacían un alto en el camino.

Ana con su mamá en el interior de su casa
De fondo se ve la cocinita construida
por su papá.
P: ¿Cuáles eran los entretenimientos por aquellos años?
R: Era una nena muy tranquila. A los siete u ocho años me gustaba sentarme en la vereda con un banquito y tejer ropa para mis muñecas. La gente pasaba y a mi me llenaba de orgullo que se admiraran por mi tarea.
Ya más grandecita ayudaba a mi mamá con los mandados. Iba a la panadería de Doña María que estaba sobre Navarro, en la misma manzana de mi casa y al almacén de Don Basilio ubicado en la esquina de Argerich y Navarro (hoy abandonado).
Después estaban las salidas: la calesita ubicada en Av. San Martín y Lácar (Francisco Solano López). Sobre la misma calle, el cine Universal, justo al lado del edificio original de la Asociación Cultural Helena Larroque de Roffo donde enseñaban folklore, español, manualidades, etc. Había otro cine en Helguera al 3200 (primero supermercado Leiro y ahora un gimnasio).
En Nazca y Tres Cruces todos los años venía un camión que pasaba películas y el barrio entero se movilizaba para verlas.
Los domingos también solía haber bandas musicales que tocaban en el camino central del Hospital Roffo (cerca del monumento a Helena Larroque de Roffo). Los chicos nos escabullíamos entre los alambrados caídos para ver el espectáculo.
En mi juventud, disfrutaba ir a bailar a los clubes y asociaciones de la colectividad checa que siempre frecuentamos con mi familia. Allí se presentaban las grandes orquestas de tango de la época.

Ana a los 14 años - 1933
P: ¿Cómo continuó su vida cuándo finalizó la escuela primaria?
R: Como me gustaba coser, tejer y bordar, mi mamá me envió a estudiar Corte y Confección, algo muy usual en aquella época. Los cursos se daban en la escuela Juan José Millán, en contraturno.
Al recibirme, comencé a trabajar en la casa de alta costura “Bisutti”, ubicada en la calle Suipacha. Hacíamos hermosos vestidos de fiesta para galas importantes. Allí me desempeñé hasta que me casé, después mi marido no quiso que siguiera trabajando.
Continué cosiendo y bordando toda la vida, hasta el año pasado que la vista ya no me da tanto (sonrisas). Tuve la dicha de poder hacerle los vestidos de comunión y casamiento a todas las mujeres de la familia, incluyendo las nietas…
[Nos muestra algunos tapices colgados en su living bordados por ella. Tienen una terminación tan perfecta que se asemejan a pinturas].

P: ¿Cómo conoció a su esposo?
R: A José lo conocí de chiquita porque nuestras familias tenían el mismo origen checoslovaco, nos encontrábamos en los clubes de la colectividad y reuniones de paisanos.
De jovencitos comenzamos a visitarnos y con el tiempo nos pusimos de novios. Nos casamos en el año ´42. Él tenía 24 años y yo 22.

P: ¿Cómo se compone hoy la familia?
R: Mi esposo falleció hace 29 años.
Tengo tres hijos: Francisco, Norberto y Ana Graciela, casados con Alicia, Mercedes y Eduardo, respectivamente.
Ellos me dieron la dicha de disfrutar de 7 nietos: Maximiliano, Eduardo, Ana, Diego, Anabella, Vanina y Sebastian.
Y soy bisabuela de Milena, Aldana, Martina, Nicolás, Francisco, Danil, Mijal, Margarita, Nadine, Matteo, Juana, Trinidad, Valentina, Benjamín y uno más que viene en camino.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones hermosa mujer !!! Mis bendiciones para ud !!!

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  2. Soy Ludmila Duffek, Ana es la prima de mi abuelo paterno, o era, mi abuelo falleció hace unos años. Por suerte seguimos en contacto y siempre es un placer hablar con ella. Es un ejemplo de mujer, super divertida. Me llena de orgullo y emoción ver esta nota, ya la imprimí y la voy a guardar con mis recuerdos familiares. Saludos.

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