lunes, 8 de octubre de 2018

EDITORIAL

NOTA DE TAPA

MAESTROS IRREEMPLAZABLES

Ayer, hoy, mañana y Siempre...


Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ - Dirección


¿Quien a lo largo de su vida no recuerda a maestros que lo marcaron para siempre, dejando una huella imborrable por sus enseñanzas, por su forma de ser y transmitir, por la dedicación y por el amor con que supieron brindarse?
Maestros que influyeron en el camino que luego transitaríamos en la vida o colaboraron en el descubrimiento de nuestra verdadera vocación…
Maestros irremplazables a los que nunca olvidaremos… El maestro cual escultor, va tallando, modelando con sus enseñanzas múltiples dimensiones de la persona humana en las vivencias que transitan dentro de los claustros escolares y que van mucho más allá de la formalidad curricular que marca una base de transmisión de conocimientos en función del planeamiento educativo que debe estar en consonancia con la cultura, formas de aprender, valores, visión estratégica de país y cosmovisión del mundo y de la vida de esa sociedad.
Por supuesto, a lo largo de las diferentes décadas la tarea del docente se fue modificando.
Pasó de aquella mirada enciclopedista a los maestros actuales que se fueron transformado en facilitadores del aprendizaje para que de manera fácil y sencilla los alumnos cuenten con las herramientas necesarias para construir conocimiento, análisis y pensamiento crítico, donde se pueden permitir dudar y poner a prueba los conceptos recibidos.
A la luz de la vertiginosidad de los avances científico-tecnológicos que están poniendo a la inteligencia artificial al borde de una etapa de retroalimentación autónoma y donde las cualidades que se le exigirán a la persona humana para categorizar a los empleos del futuro estarán centradas en el conocimiento, la creatividad y la capacidad de innovación se plantean nuevos desafíos a los que quedará expuesta la figura del docente.
Ser conscientes hacia donde va el mundo y tener definido un proyecto de Nación nos permitirá formar ciudadanos productivos para nuestro país.
En este escenario, la carrera de magisterio, la capacitación permanente y la valoración de nuestros docentes debería ser central en el diseño de las políticas públicas y en las consiguientes asignaciones presupuestarias que garanticen una educación pública de calidad que asegure la verdadera inclusión e igualdad de oportunidades.
Argentina alguna vez fue considerada faro en Latinoamérica porque comprendió que la educación era el eslabón fundamental para el desarrollo de la sociedad.
En algún momento perdimos la brújula y dejamos de darle a la educación la importancia que merecía.
Es hora de volver a darle centralidad, saldar discusiones inútiles y recuperar políticas de Estado de largo plazo. Es imposible que nuestra sociedad salga adelante con escuelas cerradas, maestros, profesores de nivel medio y universitario penando por salarios dignos y establecimientos educativos en pésimas condiciones donde no se puede dar clases.
El maestro contribuye al diseño de la vida en el futuro y la preservación de nuestra civilización.
El papel del maestro es tan importante como la participación de los padres si uno toma en consideración el tiempo que los maestros pasan con los estudiantes, vigilando sus estudios y ayudándolos en el proceso de su superación como futuros ciudadanos contribuyentes a la sociedad.
Y no nos confundamos, defender la educación de calidad en nuestro país no es responsabilidad solo de un gobierno, es responsabilidad de un pueblo que proyecta su futuro. De nosotros depende.

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