viernes, 13 de julio de 2018

EDITORIAL

NOTA DE TAPA

EL CAMINO DEL ÉXITO

El emprendedorismo ha sido siempre uno de los motores más potentes de la economía argentina. 


Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección

De la mano de miles de familias, amigos que se convirtieron en socios, hombres y mujeres con visión de negocios y suficiente audacia para apostar a la producción arriesgando a veces todo su capital en pos de un sueño dieron nacimiento y desarrollaron las más de 630.000 micro, pequeñas y medianas empresas que hoy pueblan nuestro país, desde las economías regionales, pasando por la industria y por supuesto, el sector servicios.
Y para algún distraído que no tenga dimensión de lo que significan, los fríos números hablan por sí solos: las PYMES constituyen el 99% del total de empresas en la República Argentina, brindan el 60% del empleo y representan el 45% de ventas.
En efecto, en contextos estables las pequeñas y medianas empresas además de su capacidad de generar riqueza, son importantes generadoras de mano de obra y, por lo tanto, de arraigo local; permiten una distribución geográfica más equilibrada de la producción, del uso de recursos y de la riqueza que generan; tienen una flexibilidad que les permite adaptarse a los cambios tecnológicos y económicos y en muchos casos detectar nuevos procesos, productos y mercados. Sobre todo, poseen una capacidad dinámica y una gran potencialidad de crecimiento.
Sin embargo, las coyunturas económicas desfavorables le pegan de lleno.
Hoy estas unidades económicas pujan por sobrevivir en un escenario que se ha tornado complejo: a los tarifazos imparables en el sector energético (electricidad, gas, combustibles…), se suma el aumento de costos que en muchos rubros está dolarizado, dificultades financieras producto de tasas que vuelan por los aires impidiéndoles por un lado tomar deuda de corto y mediano plazo y por otro desalientan toda posibilidad de inversión productiva en la medida que la especulación por lejos da mejores rendimientos que la economía real y sin mayores riesgos. A este panorama se suma para ciertos sectores donde tradicionalmente nuestro país fue competitivo la apertura económica con importación de productos terminados que coartan la posibilidad de continuidad de miles de empresas.
Por último, como perro que se muerde la cola, la desaceleración económica se traduce en empresas que se achican o directamente desaparecen, salarios a la baja y pérdida de puestos de trabajo para aquellos que se llevan la peor parte. La espiral en destrucción del mercado interno se traduce en mayor recesión.
La ciudad de Buenos Aires, a pesar de ser uno de los distritos más ricos y con mayores ingresos no escapa a esta realidad. Eso se vivenció en la “Semana PyME” que se celebró entre el 25 y 29 de Junio. Mientras el Gobierno de la Ciudad realizó una serie de actos en paralelo cientos de empresas clamaban en la Legislatura porteña que se declare la “Emergencia PyME” solicitando medidas paliativas que entienden deben implementarse de manera urgente:
- Declaración de la Emergencia Económica para las Pymes por 18 meses.
- Reducción en Ingresos Brutos del 1 % para las micro y pequeñas empresas.
- Creación de un Consejo Productivo en la Ciudad de Buenos Aires.
- Plan de pagos de la Agencia Gubernamental de Ingresos Públicos (AGIP) a 18 meses y sin intereses.
- No retenciones por parte de la SIRCREB (Sistema de Recaudación y Control de Acreditaciones Bancarias) por 18 meses.
- Compensación de todos los saldos de la AGIP con otros impuestos de la Ciudad.
- Condonación de multas por parte de la AGIP.
- Otorgamiento de créditos accesibles a empresas por parte del Banco Ciudad.
- Implementación de un plan similar al “Ahora 12” en el ámbito porteño para producción y comercialización en la Ciudad de Buenos Aires.
Hay que saber que estos “analgésicos” no alcanzan, se requieren definiciones estratégicas.
Algunos piensan que el ajuste, medidas de orden fiscal y monetarias son la forma y eso empieza por un Estado que se achique bajo el dogma de modernidad + eficiencia, dejando librado el equilibrio macroeconómico al libre juego del mercado, en el cual los agentes económicos tendrán que adaptarse o reconvertirse.
Otros, por el contrario, están convencidos que el camino del desarrollo viene de la mano del crecimiento y mayor productividad a partir de un Estado moderno y eficiente pero que también asuma un rol protagónico como agente promotor en el corto, mediano y largo plazo. Para ello se requieren acuerdos multisectoriales y multipartidarios en el marco de una concertación y luego en un Consejo Económico y Social que siente bases sustentables a partir de un perfil productivo en el que Argentina puede diferenciarse, tener amplias ventajas competitivas e importante valor agregado.
La pregunta es… ¿Cuál es el mejor rumbo para las PyMES de nuestro país?
Traduzcamos esto último con un ejemplo concreto y reflexión de una especialista. Vuelvo a reiterar, como alguna vez lo hice en algún otro editorial, el pensamiento de Mariana Mazzucato –economista italiana, profesora de la Universidad de Sussex, consultora de la Unión Europea y del Gobierno británico. Autora del libro The Entrepreneurial. Debunking Public vs Private Sector Myths): “Sin el Estado, Google no existiría”. En una amplia investigación con estudio de casos de diferentes países, esta profesional buscó derribar los mitos que existen sobre las barreras entre el sector público y privado, demostrando el importante rol que los Estados pueden tener en el desarrollo tecnológico y de sus empresas nacionales. Así en relación a las empresas hightec dice… “El propio algoritmo que está en la base del motor de búsqueda de Google fue descubierto a través de un proyecto financiado por un organismo estatal como la US National Science Foundation (NSF)”. Y al estudiar en particular el caso de Estado Unidos señala… “el Estado no sólo se dedicó a la regulación sino que tuvo un papel activo en la creación de nuevos mercados, invirtiendo muchas veces en las áreas más riesgosas e inciertas, en las que el sector privado sólo tuvo coraje para adentrarse después”. Y agrega… “no digo que los individuos no hayan tenido un papel central, pero me interesa señalar el hecho de que se montaron sobre una ola de inversiones realizadas por el Estado…”

Consumo responsable
Y para finalizar, no escapa el rol del consumidor. Éste es fundamental a la hora de proteger y defender a las pequeñas y medianas empresas autóctonas.
Seguramente esta no es una decisión que esté al alcance de todos. A muchos no les queda más remedio que apelar a los productos más accesibles, independientemente de su origen y calidad.
Pero para aquellos que definitivamente estén en condiciones de elegir, el “CONSUMO RESPONSABLE” es un camino que puede ayudar y en el mundo está creciendo de manera sostenida.
Estos consumidores, en general de poder adquisitivo medio y medio alto, apuntan a productos de mayor calidad, buscan conocer su origen, los procesos de elaboración y quieren tener tranquilidad de conciencia, quieren sentir que ayudan a otro consumiendo artículos que están dispuestos a pagar más si saben que con esto están beneficiando a quienes producen cuidando el medio ambiente, a quienes generan cadenas de valor que se traducen en artículos que salen a la venta a precios justos en función de tener en su haber empleo digno, inclusión y una historia que los hace únicos.
Este nuevo tipo de consumidor no solo se ocupa de consumir el producto sino que también se preocupa por saber, informarse qué está comprando y a quien se lo está comprando. En consonancia con esto pondera aquellos productos que provienen de la “economía social”.
Visto esto del lado de las empresas, es indispensable para quienes quieren apuntar a este segmento del consumo incluir en la cadena de valor formas de comunicar que necesariamente deben a la información y comunicación.
Y como la economía bien entendida empieza por casa, no hay nada mejor que en nuestro barrio apelemos a las empresas radicadas en nuestra zona, aquellos que tienen atención personalizada, en su mayoría por sus propios dueños, con los cuales establecemos lazos de confianza, asesoramiento y hasta guía para llegar a la compra más adecuada, según nuestras necesidades, gustos y presupuesto.

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