jueves, 11 de junio de 2015

EDITORIAL

11 DE JUNIO - DÍA DEL VECINO

VECINOS DE AYER Y DE HOY

Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección


Mural ubicado en la salida de la estación "Villa del Parque" del FSM - lado sur.
Realizado en el año 2004 por el Grupo Muralista "El Colectivo".
Lamentablemente el vandalismo y la falta de mantenimiento lo deterioraron
No es raro encontrar en Villa del Parque vecinos que recuerden con cierta nostalgia…  “Hubo un tiempo, no tan lejano, donde la relación de los vecinos era fundamental por el apoyo que las familias se prestaban. Esto daba seguridad, familiaridad y trato humano en los momentos de cada día. 
Eran épocas en las que se vivía con las puertas abiertas, los proveedores entraban libremente a dejar la leche, el pan, el diario o el pedido al almacén de la esquina, hubiera gente o no en la casa y con aviso al vecino; los niños jugaban en las veredas libremente sin ningún riesgo, dejando los chiches de la mañana a la noche con la certeza que allí los volverían a encontrar.
El saludo amable, al verse en la mañana o despedirse en la tarde, se hacía espontánea y cordialmente entre los integrantes de cada familia vecina.
La escuela ocupaba un lugar central, de formación de los niños y donde la palabra de los docentes con probada vocación era valorada y bien ponderada por toda la comunidad educativa.
El médico de la familia era un verdadero médico de cabecera, conocía por su nombre a cada miembro y atendía todos los problemas de salud. Para él no había domingos ni feriados, iba cada vez que se lo requería y dispensaba el tiempo que fuera necesario sin mirar el reloj.
El almacenero del barrio, además de vender la mercadería de primera necesidad con la clásica libreta “negra” para el “fiado” que cobraba al mes siguiente, era un amigo de cada cliente y prestaba un verdadero servicio a sus vecinos.
Tener teléfono en el hogar era casi un privilegio, sonaba la radio gran parte del día y en la década del ´50 irrumpió la televisión  llegando a tener cuatro canales de aire”.

… Esta es una clara pintura de la fisonomía bajo la que se forjaron la mayoría de los barrios de nuestra ciudad que crecieron gracias al carácter fomentista de sus vecinos, verdaderos motores del progreso. Hombres y mujeres que dedicaron gran parte de su existencia a bregar por la “cosa pública”: con sus manos  levantaron las paredes de la sociedad vecinal, organizaron kermesses para recaudar fondos para la escuela, gestionaron el alumbrado público, el pavimento e innumerables mejoras, colaboraron con los clubes del barrio y  ayudaron a las iglesias donde profesaban sus creencias. Las efemérides patrias y los tradicionales carnavales eran ocasiones para organizar eventos donde el entretenimiento, la sana diversión y la posibilidad de reunión las convertían en citas impostergables de la vida comunitaria.
Sin duda hoy somos beneficiarios del fruto de  la perseverancia, sacrificio y espíritu activo de esos vecinos con visión de futuro que supieron construir este presente que disfrutamos.
Muchos de los usos, costumbres y forma de vida han cambiado, algunos por simple evolución y otros por imperio de las circunstancias.
Vivimos en la era de las comunicaciones instantáneas donde con apretar un simple “botón” de nuestra computadora o hacer “touch” en nuestra tablet o celular estamos automáticamente conectados con nuestros vecinos… y con el mundo. Somos habitantes de la “aldea global”.  
La tecnología es parte de esa evolución. Pero lejos de suplir las relaciones interpersonales es un canal para complementarlas. A través de las conexiones reales y virtuales podemos integrarnos en redes para multiplicar nuestras potencialidades, poniendo en acto relaciones personales, información, capacidad de unirnos como eslabones de una cadena para dar respuesta a las más disímiles necesidades, organizarnos y viabilizar proyectos comunes.
Las formas cambiaron pero el espíritu de pertenencia al “pago chico” sigue siendo el mismo, porque somos conscientes que elegimos “nuestro lugar en el mundo”,  ese espacio desde donde decidimos modelar nuestro proyecto de vida, formar nuestra familia y educar a nuestros hijos. 
Y en ese contexto el rol de vecino sigue teniendo un papel relevante. Allí surge la primera necesidad y voluntad de alentar, sostener y construir para el Bien Común.
José César Rodriguez Nanni decía en uno de sus editoriales “La calidad de buen vecino parte de la convicción de ser parte de una evolución cultural, económica y social, impulsando la participación en todos los ámbitos de la vida, incluido el político.
“Como ciudadanos libres y conscientes de nuestros derechos y obligaciones tenemos el deber de intervenir en aquellas decisiones que nos son propias, precisamente para proteger y ser garantía de ello.
“Se convalida la democracia a través de la vida social y pública, incluso el propio destino nacional.”

Feliz Día del Vecino!

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