domingo, 18 de mayo de 2014

EDITORIAL

CAMBIO CLIMÁTICO
El reto de la humanidad



Todos sabemos que los seres humanos contamos con un solo hogar, nuestro planeta. Del mismo modo tenemos la certeza que la sociedad contemporánea es la que ha sido capaz de llegar más lejos en cuanto al conocimiento, logros científicos e innovación  tecnológica.
Sin embargo, los sistemas de producción surgidos a partir de la primera revolución industrial pero con intensidad y aceleración extrema en los últimos 50 años, convirtieron a la naturaleza en un insumo más de los procesos de acumulación y desarrollo.

Así, la humanidad está comenzando a sentir en carne propia las consecuencias del daño irreparable que ha infringido a la biosfera: aumento constante de la temperatura global que está llevando al derretimiento del  Ártico y los glaciares, destrucción de la biodiversidad, contaminación de ríos y mares,  incremento paulatino del nivel de los océanos que está poniendo en peligro la existencia de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS – por sus siglas en inglés) a punto tal que las Naciones Unidas nombró al 2014 como Año Internacional de las SIDS bajo el lema “Alza tu voz, no el nivel del mar”
Otra consecuencia del cambio climático será el probable agravamiento de la escasez de alimentos a partir de los efectos que tendrá sobre los cultivos y la producción en general, hechos que afectarán primeramente a los sectores más vulnerables de la población pero también pueden causar  “indirectamente el riesgo de conflictos  como guerras civiles y violencia entre comunidades”.  Así lo advirtió el informe publicado recientemente por el IPPC – ONU (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), un panel integrado por más de 1.800 científicos de todo el mundo que recopila, analiza y sintetiza los datos científicos más sólidos y relevantes sobre el clima y otros asuntos relacionados. 
A nivel mundial se requiere un urgente cambio cultural que implique pasar de los actuales esquemas de producción, consumismo desmedido y despilfarro a costa de la naturaleza  a un sistema integrado y armonizado con nuestro medio ambiente. Hay que actuar ya porque los tiempos se agotan. Desde las distintas dimensiones (política, económica, científica y tecnológica) se deberá apuntar al desarrollo equitativo y sustentable con uso de energías renovables y “limpias” que reemplacen a los combustibles fósiles lo más rápido posible. 

Obviamente, estos cambios paradigmáticos requieren valor y convicción de los diferentes actores mundiales porque es necesario pasar de las declamaciones a las acciones y ello implica afectar muchos de los enormes intereses sobre los que se cimentó el actual sistema.
Algunos aspectos pueden coadyuvar: los cambios son susceptibles de llevarse adelante gracias a los avances de la ciencia y la tecnología;  por otro lado, como decía  Oscar Wilde… “Nada convierte a una persona en más inteligente que la posibilidad de ser ejecutado en un plazo de dos semanas”, es decir, nuestra civilización está jugando su “carta” de subsistencia y el ciudadano de a pie es plenamente consciente de ello, de allí que las propias organizaciones no gubernamentales, los movimientos sociales, estudiantiles y las universidades pueden ser los verdaderos protagonistas que ejerzan la presión necesaria para que las transformaciones se produzcan.

Como no podía ser de otra manera, las advertencias de la naturaleza también han comenzado a padecerse en nuestras latitudes. Particularmente los habitantes del área metropolitana de Buenos Aires vivimos temblando ante cada alerta meteorológico que anuncia una posible tormenta, muchas de las cuales ya han causado innumerables inundaciones con pérdida de vidas humanas y costos materiales. Los  picos de altas temperaturas, los interminables cortes de suministro eléctrico, la aparición de enfermedades, la escasez de agua potable y una vida que se vuelve precaria son más facetas de la misma causa.

Nuestra Constitución Nacional en su reforma de 1994 incorporó en forma expresa los derechos humanos de tercera generación y dentro de éstos los derechos ambientales. Al amparo de este marco legal y de todo el andamiaje de disposiciones legales, normativas y participación en acuerdos internacionales en los que nuestro país avanzó en el concepto de cambio climático, se hace imprescindible peticionar a las autoridades que este sea un tema central de la agenda pública -nacional y local-, porque si bien nuestro país posee condiciones inmejorables para tener una economía sustentable basada en la producción agroalimentaria orgánica apoyada en la biotecnología, la utilización de energías “limpias y renovables”  y la generación de bienes de consumo reciclables, es imprescindible llevar adelante de manera real y concreta el Plan sobre Cambio Climático, consensuado y coordinado en los diferentes niveles y jurisdicciones para  abordar desde la gestión y la inversión los desafíos del cambio climático de forma integral y efectiva. No hay futuro posible para las próximas generaciones si no asumimos como prioridad y ponderamos dentro de las políticas de Estado a la crisis ambiental.

¿Qué sucede en la ciudad?

La ciudad de Buenos Aires cuenta a partir de enero de este año con la reglamentación de la Ley 3871 de “Adaptación y mitigación al cambio climático” que fuera sancionada en 2011 por la legislatura. La norma que tiene por objeto “establecer las acciones, instrumentos y estrategias adecuadas de adaptación y mitigación al Cambio Climático en la Ciudad de Buenos Aires, para reducir la vulnerabilidad humana y de los sistemas naturales, protegerlos de sus efectos adversos y aprovechar sus beneficios. Y más adelante agrega que “para dar cumplimiento al objeto de la presente ley conforma el “Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático de la Ciudad Autónoma ele Buenos Aires”, el cual debe actualizarse en un plazo no mayor a 5 años y entre sus acciones debe constituir un proceso participativo entre todos los involucrados y actores interesados, que conduzca a la definición de las mejores opciones de adaptación y mitigación al Cambio Climático para integrarlas en la gestión de los distintos sectores y sistemas.

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